La disonancia cognitiva es la lucha constante entre lo que pienso, siento y quiero hacer. La disonancia cognitiva puede aparacer en distintos niveles, por lo que es importante entender su mecanismo de funcionamiento. En la consulta psicológica me doy cuenta que mucha gente tiene conocimiento sobre el funcionamiento de ciertas partes de su cuerpo como el corazón, el estómago o los riñones. Sabemos dónde se sitúan y más o menos las funciones corporales que cumplen. Sin embargo, cuando pregunto por el funcionamiento del cerebro, ya la mayoría de las personas se asombra y reconoce que no lo sabe exactamente, pero intuye que es la parte más importante de nuestro cuerpo, que se encarga de todo. El asombro más grande sucede cuando pregunto por la definición de la mente. ¿Sabes la diferencia entre el funcionamiento de la mente y el cerebro? Sigue leyendo si quieres entenderlo.
Einstein dijo: Si no lo puedes explicar de manera sencilla, no lo entiendes tú mismo. Por esto intentaré explicarlo de la manera más sencilla y menos compleja.
El funcionamiento cerebral está apoyado por las investigaciones más nuevas de la neurociencia. Bastante aceptado está la división en cuanto a las funciones de los dos hemisferios que, en principio se encargan de diferentes funcionamientos mentales. El hemisferio izquierdo es responsable del desarrollo de la lógica y la razón, es el que genera los pensamientos y los transforma en palabras, analiza y desglosa, genera secuencias, ordena y controla.
Mientras el hemisferio derecho es responsable de los sentimientos y de la intuición. Es creativo, genera imágenes en vez de palabras, une, sintetiza y, es responsable por las reacciones espontáneas. El funcionamiento del cerebro en realidad es lo que luego ejecuta las conductas visibles y medibles por nuestro entorno, pero entonces ¿qué es la mente? y, ¿de qué se encarga? y, ¿cómo se relaciona con el cerebro?
Podríamos simplificar que el cerebro es el hardware mientras la mente es el software que luego conjuntamente dirigen un funcionamiento global. Cuando nacemos solo tenemos la estructura lista para controlar las principales funciones (como cuando compras el ordenador nuevo) y, a lo largo de la infancia vamos rellenando el cerebro con el software que modulará dicho funcionamiento. (como cuando vamos configurando nuestro portátil). Las experiencias propias y la retroalimentación que recibimos del entorno y de las figuras relevantes, como padres, cuidadores etc, van metiendo en nuestro cerebro diferentes programas de funcionamiento mental y, harán de nuestras experiencias puntuales un aprendizaje más generalizado a lo largo del tiempo. Los mensajes propios, la manera de hablar a nosotros mismos se originan y se desarrollan no tanto de las experiencias en sí, sino la interpretación que hacemos acerca de ellas.
Un niño pequeño de 1 año, cuando se tropieza mira casi de inmediato a la figura de referencia, para ver la interpretación de esta experiencia. Si esa figura se alarma a pesar del escaso daño, la interpretación de la experiencia va a ser : “caerse el malo y peligroso, me puedo dañar gravemente”. También podemos hacer esta misma interpretación por nosotros mismos si la caída nos ha generado una fractura importante con dolor e impacto emocional significativo y muy negativo.
El impacto emocional es uno de los factores más importantes del aprendizaje, de hecho cuando una madre va a besar a su hijo sonde se había hecho daño, en realidad lo que está intentando, es sobrescribir el impacto emocional de la caída por el impacto emocional de amor y agradable sensación de estar cerca y mimado por la madre. De esta manera también puede suceder lo contrario, y hacer de la experiencia una interpretación al contrario: “si me caigo me levanto y no pasa nada o si me caigo no pasa nada ya que tendré siempre a alguien para ayudarme”.
Poco a poco esta interpretación y voz interior tiende a ser algo automático como el montar en bicicleta o conducir, y se vuelve en segundo plano, como el programa de antivirus que a pesar de que no lo veamos sigue actuando y limpiando todo aquello que lo interprete peligroso en el ordenador. Así no solo aquellos códigos serán saboteados que exactamente correspondan a la frase de “caerse es peligroso”, sino cualquiera que pueda asemejarse y contenga un fragmento, como situaciones que supongan una posible caída. Es como los antivirus que más que un código exacto, lo que buscan es un funcionamiento sospechoso de un programa o fragmentos de códigos que pueda reconocer como alarmantes. Poco a poco generalizamos el código “caerse es malo y peligroso”, a “intentar cosas nuevas puede ser amenazante”, “fracasar es terrible” y así sucesivamente. Cada código corresponde una creencia que generará comportamientos acorde de la creencia, aunque esa sea altamente dañino para la persona.
Siendo así llegamos a un punto que solo vemos el resultado de haber eliminado muchos sueños, y sabotear situaciones que conscientemente queremos vivirlas, sin embargo, no se realizan. Quiero emprender este negocio, o probar una cosa nueva, sin embargo, cuando tengo la oportunidad no me atrevo, o genero excusas para convencerme de que en realidad no es bueno para mí. Esta es una situación típica de que tus creencias más que ayudar te limitan.
Es parecido, cuando quieres descargar un nuevo programa a tu ordenador, pero el antivirus te lo impide la instalación. El resultado es una incomprensión total y cabreo contigo mismo y con el ordenador, ya que a pesar de que necesites el programa para avanzar y desarrollarse o hacer un trabajo, tu ordenador (subconsciente) no te deja instalarlo, teniendo todas las estructuras necesarias incluso tu voluntad consciente de hacerlo. Como consecuencia, te sientes impotente y no comprendes las causas ya que tampoco entiendes los códigos y las razones de eliminar unos códigos y otros no por tu antivirus. Muchas veces pasa que, encima, de que tu antivirus no te deja instalar el programa que necesites, por otro lado, deja pasar un virus que podría dañar hasta la estructura y causar un daño en el bios del ordenador, como pasa con las conductas y pensamientos que nos hacen autolesionarse, perder el control, sentirnos tener un cortocircuito o desarrollar adicciones dañonos. ¿Por qué pasan estas cosas?
Bien, pues ya ves que la interpretación de algunas experiencias tempranas es el responsable de encargarse de meter los principales programas de funcionamiento en la capa más profunda de nuestra mente, que es el subconsciente, que luego se encargará hasta un 95% 97% de nuestras conductas y actitudes ante la vida. Esta capa tan profunda se genera fácilmente a lo largo de nuestra infancia hasta los 6-7 años de la vida, cuando más o menos ya hemos concebido una idea de nuestra identidad y forma de funcionamiento básico del mundo que nos rodea. Durante esta etapa somos una esponja, funcionamos con ondas cerebrales alfa hasta los 12 años aproximadamente, para facilitar la entrada de cualquier información más rápidamente, pero la actividad del subconsciente es constante a lo largo de la vida, ya que tiene una capacidad de almacenaje ilimitada y procesamiento de datos rápido. Tu subcoscnciente piensa siempre en presente, en afirmativo y en primera persona, con frases cortas y sencillas. Guardará la información que tenemos sobre nosotros y del mundo, creará creencias, los hábitos y valores.
La siguiente capa mental es nuestro consciente que, sin embargo, solo es una parte pequeña al lado del subconsciente. El consciente es el que fija las metas, procesa lo que queremos conseguir, piensa en alto y, responde a nuestros deseos. Para llevar a cabo todo aquello que nos proponemos es importante definir en afirmativo, en primera persona y en presente todo lo que queremos conseguir que, sin embargo, solo vamos a poder realizarlo si nuestro subconsciente le da el permiso, después de un exhausto examen para ver que estos deseos y proposiciones no choquen con nuestras creencias y valores que están ya programados e incrustados en tu subconsciente.
La lucha entre el corazón y la mente, como suele decir no es otra cosa que la lucha de tu consciente y subconsciente, entre el quiero hacer pero no puedo o no lo siento. ¿Sientes este conflicto a menudo? Tranquilo, que las creencias limitantes que eliminan tus sueños, se han acabado. Es posible redireccionarlos y sustituirlos hasta en la edad adulta, por varias técnicas de la psicología moderna, que ayudan esclarecer tu capacidad y eliminar aquello que te frena, porque la vida se trata de adquirir de lo ajeno que es tuyo y deshacer de lo tuyo que es ajeno.
Si te interesaría cesar la lucha entre lo que piensas y sientes, examinar e intervenir en tus creencias, el primer paso es reconocerlos y traerlos a tu consciente, luego definir las nuevas creencias que quieres incorporar en tu vida, y finalmente reprogramar el funcionamiento mental acorde de la nueva creencia. Existen varias técnicas científicas probadas para lograr estos resultados, entre ellos la psicología cognitiva y constructivista, PNL y la kinesiología, entre otras ofrecen las herramientas necesarias para cambiar todo aquello que no lo senceitas en tu vida de manera consciente y duradera.
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